¿Es realmente tan sostenible la moda sostenible?

La llamada del rosa es, una temporada más, difícil de ignorar.

¿Es realmente tan sostenible la moda sostenible?

[vc_row][vc_column][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»][/vc_column_text][gem_divider margin_top=»30″][/vc_column][/vc_row][vc_row css=».vc_custom_1561553716331{padding-bottom: 60px !important;}»][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]Ni tan “eco-friendly” ni tan sostenible, Bruselas pone por primera vez su foco de atención en la sostenibilidad o, mejor dicho, en el blanqueamiento ecológico que muchas empresas llevan a cabo para tratar de satisfacer las demandas de los consumidores. En 2021, el “greenwashing” parece ser una práctica al alza. Ante la acuciante necesidad de fidelizar a los clientes y con el objetivo de crear otros nuevos, una parte de las empresas afirman hacer más por el medio ambiente de lo que realmente hacen. En el caso de la industria de la moda ocurre lo mismo. “No es fácil ser cien por cien sostenible, al fin y al cabo, la moda no es sostenible”, nos explicaba Quique Vidal, fundador de la marca ética española Becomely. 

Y lo cierto es que, en tan solo unos cuantos meses, hemos pasado a recurrir con tanta frecuencia a términos como “sostenibilidad”, “ecológico” o “eco-friendly” que, para la mayor parte de los consumidores, es complicado diferenciar los artículos que son social y medioambientalmente comprometidos de los que solamente proyectan esa imagen. 

Todo comenzó con un letrero en la puerta de un hotel en una isla privada del Pacífico, el Beachcomber, hoy una isla-resort del archipiélago de las Fiyi. «Salva nuestro planeta», empezaba el aviso, que seguía: «Cada día se utilizan miles de litros de agua para lavar toallas usadas solo una vez. Tú eliges: una toalla en el toallero dice ‘La utilizaré otra vez. Una toalla en el suelo significa ‘Por favor, repóngala’. Gracias por ayudarnos a conservar los recursos vitales del planeta Tierra». Y se remataba con el símbolo de reciclaje con sus tres flechas verdes en forma de círculo. [/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]¿El mensaje era una llamada de responsabilidad a los clientes o un ejemplo de cinismo máximo en pleno asedio de este paraíso natural? Este tipo de carteles es hoy común en establecimientos turísticos de todo el mundo, pero en determinadas situaciones pueden resultar muy chocantes. Entonces era el año 1983 y Jay Westerveld, un estudiante universitario que se encontraba de paso en un viaje de investigación, se había acercado a Fiyi para hacer surf. El joven se hospedaba en un hostal mucho más modesto, pero se adentró en el Beachcomber para conseguir alguna toalla limpia, cuando vio el aviso de salvar el planeta.

Para este ecologista fue un golpe en la cara. Como los buenos eslóganes publicitarios, pero justo con el efecto contrario al deseado. Mientras el Beachcomber (uno de los destinos más buscados del Pacífico Sur) se llenaba de mensajes en defensa del medio ambiente y de los arrecifes de coral, el complejo hotelero estaba en plena expansión, lo que iba a provocar un impacto mucho mayor que el lavado de las toallas. Pasaron tres años hasta que un compañero le pidió que escribiera un artículo para una publicación académica local. Westerveld recordó las notas que había tomado en su viaje por el Pacífico, y fue entonces cuando definió greenwash (lavado verde), la práctica de aquel hotel que quería proyectar una falsa imagen ecologista.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row full_width=»stretch_row_content» equal_height=»yes»][vc_column width=»1/2″ css=».vc_custom_1613405351181{background-image: url(https://adictic.com/wp-content/uploads/2021/02/int-1.jpg?id=6628) !important;background-position: center !important;background-repeat: no-repeat !important;background-size: cover !important;}»][gem_divider margin_top=»400″][/vc_column][vc_column width=»1/2″ disable_custom_paddings_mobile=»true» css=».vc_custom_1561556193635{padding-top: 50px !important;padding-right: 80px !important;padding-bottom: 50px !important;padding-left: 80px !important;background-color: #000000 !important;}»][vc_row_inner][vc_column_inner offset=»vc_hidden-xs»][gem_divider margin_top=»130″][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]

En términos de moda, esta temporada no queda ninguna marca de moda que no use la sostenibilidad como argumento de ventas con más o menos acierto. La buena noticia es que, si la estrategia es esa, es que hay demanda. Ahora falta por ver cuánto de todo eso que se publicita como “respetuoso con el medio ambiente”, lo es realmente.

[/vc_column_text][gem_divider margin_top=»70″][vc_row_inner][vc_column_inner offset=»vc_hidden-xs»][gem_divider margin_top=»80″][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row css=».vc_custom_1561554148183{padding-top: 80px !important;padding-bottom: 60px !important;}»][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]Greenpeace redefinió este concepto como una situación en la que «compañías multinacionales conservan y expanden sus mercados actuando como amigas del medio ambiente y líderes en el esfuerzo para erradicar la pobreza». Por su parte, el emprendedor, ambientalista y activista Paul Hawken ha definido greenwashing como «la construcción de una ciudad global esmeralda en la que todas las cosas irradian una tonalidad verde que hace sentir bien al consumidor que compra felizmente mientras canturrea las tonadillas favoritas de sus empresas».

La Comisión Europea ha publicado la peligrosa cifra de que, en términos generales, en el 42 por ciento de los 344 casos sospechosos de llevar a cabo un blanqueamiento ecológico, o “greenwashing”, de sus prácticas sostenibles, las afirmaciones tenían viso de resultar “vagas, falsas o exageradas”. Pudiendo considerarse como prácticas comerciales desleales acorde con la normativa establecida por la Unión Europea. Desde donde alertan que el “greenwashing” está aumentando a medida que los consumidores tratan cada vez más de adquirir productos respetuosos con el medio ambiente.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]En un segundo análisis, se extrajeron conclusiones como las de que en el 50 por ciento de los casos el comerciante no facilitaba información suficiente para que los consumidores pudieran valorar correctamente la veracidad de sus afirmaciones. En otro 37 por ciento, estas afirmaciones incluían declaraciones vagas y generales, como “consciente”, “respetuoso con el medio ambiente” y “sostenible”, destinadas, afirma la Comisión Europea, a “transmitir a los consumidores la impresión infundada de que un producto determinado no tenía ninguna repercusión negativa en el medio ambiente”. Mientras que en el 59 por ciento de los casos se observó que los comerciantes no proporcionaban pruebas fácilmente accesibles que pudieran servir para respaldar sus afirmaciones.

En términos de moda, esta temporada no queda ninguna marca de moda que no use la sostenibilidad como argumento de ventas con más o menos acierto. La buena noticia es que, si la estrategia es la sostenibilidad es que hay demanda. Ahora falta por ver cuánto de todo eso que se publicita como “respetuoso con el medio ambiente”, lo es realmente. 

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Fotos: Cortesía de Stella McCartney y Urban Outfitters. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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