[vc_row][vc_column][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»][/vc_column_text][gem_divider margin_top=»30″][/vc_column][/vc_row][vc_row css=».vc_custom_1561553716331{padding-bottom: 60px !important;}»][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»] Nada volverá a ser lo mismo desde aquel 14 de marzo en el que se decretó, por primera vez en la historia de la democracia en España, el estado de alarma. Han pasado apenas seis meses y parece que hubiese pasado un siglo. La pandemia llegó para poner patas arriba todo aquello que creíamos inamovible, desde la forma y los espacios de trabajo hasta las relaciones sociales y, por supuesto, los hábitos de consumo y las tendencias de moda.
Si durante los meses pre pandemia estábamos viviendo un boom de las camisas de organza, las mangas abullonadas y los vestidos con volúmenes que saltaron de la pasarela a la calle por obra y gracia de Zara y compañía, quince días más tarde los habíamos olvidado por completo para abrazar las bondades de los leggings, los pantalones de chándal y las sudaderas.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]No es que de repente el athleisure volviese a estar de moda, sino que, de manera natural, buscábamos las prendas más confortables para pasar largas horas a cubierto.
Nuestras casas se transformaron en oficinas improvisadas y descubrimos que, realmente, los vaqueros no son tan cómodos como creíamos para pasar jornadas eternas delante del ordenador. Todas las tendencias que el 2020 preveía traer consigo, se esfumaron con la crisis de un plumazo y surgió un inusitado interés hacia las prendas de influencia sport y otras mucho más relajadas y fáciles de llevar.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row full_width=»stretch_row_content» equal_height=»yes»][vc_column width=»1/2″ css=».vc_custom_1598259290767{background-image: url(https://adictic.com/wp-content/uploads/2020/08/INTERIOR_2-18.jpg?id=2700) !important;background-position: center !important;background-repeat: no-repeat !important;background-size: cover !important;}»][gem_divider margin_top=»400″][/vc_column][vc_column width=»1/2″ disable_custom_paddings_mobile=»true» css=».vc_custom_1561556193635{padding-top: 50px !important;padding-right: 80px !important;padding-bottom: 50px !important;padding-left: 80px !important;background-color: #000000 !important;}»][vc_row_inner][vc_column_inner offset=»vc_hidden-xs»][gem_divider margin_top=»130″][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]
Durante el confinamiento, las marcas registraron un mayor interés por las prendas cómodas y los looks mucho más relajados.
[/vc_column_text][gem_divider margin_top=»70″][vc_row_inner][vc_column_inner offset=»vc_hidden-xs»][gem_divider margin_top=»80″][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row css=».vc_custom_1561554148183{padding-top: 80px !important;padding-bottom: 60px !important;}»][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]Marcas como Nike o Adidas vieron como sus índices de ventas se incrementaban a medida que pasaban las semanas y modelos como Karlie Kloss o Adriana Lima aparecían mostrando al mundo sus rutinas de entrenamiento a través de su feed de Instagram.
Además, los consumidores empezamos a mostrar un mayor interés por las marcas comprometidas y que vertebran su imaginario alrededor de la que será la condición sine qua non para sobrevivir al futuro: la sostenibilidad. En este sentido, etiquetas como Stella McCartney o Marine Serre, que han hecho gala de sus compromisos eco friendly desde sus orígenes, han visto como su artículos despegaban a través de portales de venta de segunda mano como Vestiare Collective.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]El feminismo cobra más sentido en tiempos de pandemia –el enfoque constante de Maria Grazia Chiuri en el empoderamiento femenino ha hecho de Dior una de las etiquetas de lujo que más ha visto incrementar su popularidad durante las últimas temporadas–, pero también la justicia social y la lucha antirracista.
Inmersos como estábamos en un sistema que no nos permitía parar, ha tenido que llegar un confinamiento para que, muchos de nosotros, reflexionásemos sobre los valores de las sociedades actuales y la necesidad imperante de dar cabida a inevitables transformaciones sociales. En este sentido, muchas compañías de moda como el conglomerado de lujo LVMH, se sumaron a acciones destinadas a apoyar fundaciones y organizaciones benéficas.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][gem_image position=»centered» src=»2702″][/vc_column][/vc_row][vc_row css_animation=»bottom-to-top» css=».vc_custom_1561555563953{padding-top: 55px !important;padding-bottom: 10px !important;}»][vc_column offset=»vc_col-md-6″][gem_quote style=»1″ no_paddings=»1″ custom_style=»1″ background_color=»#000000″ text_color=»#ffffff» quote_color=»#656565″]
Algunas firmas como Dior han centrado sus compromisos en la defensa del feminismo y el empoderamiento femenino.
[/gem_quote][/vc_column][vc_column offset=»vc_col-md-6″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]Otra de las tendencias que la crisis ha dotado de mayor relevancia es el repunte de plataformas de compraventa online de segunda mano, como Vestiaire Collective o Vinted.
La primera, que vio la luz precisamente durante la crisis financiera de 2008, no ha cesado de crecer durante un verano en el que el consumidor parece haber centrado sus recursos en invertir menos pero en piezas duraderas y de mayor calidad. Con similares objetivos pero a través de otra línea de negocio, la plataforma lituana Vinted, pone en contacto a personas de toda Europa que quieran deshacerse de las piezas excedentes de sus armarios, otro fenómeno que ha visto crecer su popularidad de manera proporcional a la que crecían las críticas al ritmo vertiginoso y aparentemente insostenible del fast fashion.
Fotos: Cortesía de Zara y Urbanoutfitters.[/vc_column_text][gem_divider margin_top=»50″][/vc_column][/vc_row]