Es algo que se ha ido colando en ellas poco a poco, pero la mayoría de los usuarios lo percibió en la última actualización de Instagram hace unas semanas: de repente, allá donde antes estaban las notificaciones ahora hay un icono de una bolsa: la tienda. Un giro audaz, sin duda, puesto que aprovechaba el gesto que todos los usuarios tienen de pulsar ahí para ver los likes, comentarios o respuestas a comentarios que han recibido.
La semana pasada, Whatsapp anunció que incluiría un carrito de la compra como nueva función en las conversaciones con cuentas corporativas, que suman unos 50 millones en la red social. “Los usuarios podrán navegar por un catálogo, seleccionar los productos y hacer un pedido a través de un único mensaje”, explicó la compañía. Ahora, Instagram, también propiedad de Facebook (que ha recibido una demanda por parte del gobierno de Estados Unidos por monopolio, para que venda precisamente Whatsapp e Instagram) ha lanzado la opción de compra en reels (el servicio de vídeos cortos que Instagram creó para competir con TikTok), según anunció el pasado jueves.
Marcas como MAC Cosmetics o Rare Beauty ya han publicado reels a través de los cuales se puede comprar. La teoría dice que los vendedores deben estar allá donde sus potenciales compradores pasen más tiempo, y eso es, cada vez más, las redes sociales. Sin embargo, en la práctica, la mayor parte de las grandes marcas de moda van muy despacio en este sentido. Utilizan las redes sociales para atraer consumidores a sus propias e-commerce, por una cuestión de control de datos y de evitar las comisiones a terceros.
La cuestión es: ¿conseguirán las redes sociales ganarle terreno a las e-commerce de la moda?
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