[vc_row][vc_column][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»][/vc_column_text][gem_divider margin_top=»30″][/vc_column][/vc_row][vc_row css=».vc_custom_1561553716331{padding-bottom: 60px !important;}»][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]Eran las 10.30 de la mañana de un mes de febrero de 1947. Por primera vez, un jovencísimo Christian Dior presentaba a la prensa su colección en los salones del nº30 de la Avenue Montaigne, inundados con las flores de Lachaume. Carmel Snow era la redactora jefa de Harper ‘s Bazaar y una de las más firmes defensoras del talento del modisto, en quien ya se había fijado algunos años antes con sus diseños para Robert Piguet. Tras haber visto esas siluetas inéditas durante el desfile, los volúmenes y los talles ajustadísimos Snow exclamó: “¡Mi querido Christian, sus vestidos tienen un auténtico new look! Esa frase sería premonitoria, había narciso un icono. [/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]Hacía tan solo dos años que había terminado la guerra y, con esta colección, Dior pasa página definitivamente a la era de las restricciones, del racionamiento, de la tristeza y de los uniformes. Él mismo decidió tallar a martillazos el maniquí sobre el que daría forma a sus creaciones. “Quería que mis vestidos fuesen construidos, moldeados sobre las curvas del cuerpo femenino, estilizando su perfil. Realzaba el talle, el volumen de las caderas, ensalzaba el pecho. Para darle más cuerpo a mis modelos hice que se forrasen prácticamente todos los tejidos de percal o de tafetán, retomando así una tradición abandonada desde hacía tiempo”. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row full_width=»stretch_row_content» equal_height=»yes»][vc_column width=»1/2″ css=».vc_custom_1601975674153{background-image: url(https://adictic.com/wp-content/uploads/2020/10/int_1-2.jpg?id=3879) !important;background-position: center !important;background-repeat: no-repeat !important;background-size: cover !important;}»][gem_divider margin_top=»400″][/vc_column][vc_column width=»1/2″ disable_custom_paddings_mobile=»true» css=».vc_custom_1561556193635{padding-top: 50px !important;padding-right: 80px !important;padding-bottom: 50px !important;padding-left: 80px !important;background-color: #000000 !important;}»][vc_row_inner][vc_column_inner offset=»vc_hidden-xs»][gem_divider margin_top=»130″][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]
Más de seis décadas después de su nacimiento, la revolución del New Look y su espíritu siguen inspirando a Dior.
[/vc_column_text][gem_divider margin_top=»70″][vc_row_inner][vc_column_inner offset=»vc_hidden-xs»][gem_divider margin_top=»80″][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][/vc_row][vc_row css=».vc_custom_1561554148183{padding-top: 80px !important;padding-bottom: 60px !important;}»][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]Bettina Balard, redactora jefe de Vogue que había decidido emigrar a Nueva York convencida de que la moda en Europa era un páramo, no tuvo más remedio que retractarse. “Hemos sido testigos de una revolución en la moda y, al mismo tiempo, en una forma de mostrar la moda”.
Sería entonces cuando el fotógrafo Willy Maywald inmortalizaría el traje Bar a través de la famosa instántanea. Una chaqueta en color crema con los faldones redondeados que se ceñía a las curvas del busto y una falda midi, plisada y negra que se ensancha aportando la dosis exacta de volumen. El conjunto se completaba con un pequeño sombrero, un par de guantes y unos zapatos finos y afilados que contrastaban con los de punta cuadrada y plataforma que llevaban las asistentes al desfile. [/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]El éxito fue rotundo. Desde Rita Hayworth a las mujeres de a pie quienes, durante la guerra, habían aprendido a hacer milagros con sus máquinas de coser, todas querían adoptar este new look que el propio Christian Dior analizaría más tarde como “el retorno a un ideal de felicidad civilizada”. Lo que siempre motivó a Monsieur Dior para crear esos hombros suaves y bustos generosos, esas cinturas finas y esas faldas amplias fue, en sus propias palabras, “hacer felices a las mujeres”. Y lo consiguió.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][gem_image position=»centered» src=»3880″][/vc_column][/vc_row][vc_row css_animation=»bottom-to-top» css=».vc_custom_1561555563953{padding-top: 55px !important;padding-bottom: 10px !important;}»][vc_column offset=»vc_col-md-6″][gem_quote style=»1″ no_paddings=»1″ custom_style=»1″ background_color=»#000000″ text_color=»#ffffff» quote_color=»#656565″]“Hemos sido testigos de una revolución en la moda y, al mismo tiempo, en una forma de mostrar la moda”. (Bettina Balard, redactora jefe de Vogue)[/gem_quote][/vc_column][vc_column offset=»vc_col-md-6″][vc_column_text css_animation=»bottom-to-top»]Más de seis décadas después de su nacimiento, la revolución del New Look y su espíritu siguen inspirando a Dior. En este sentido, Maria Grazia Chiuri hizo gala del savoir faire de la etiqueta con la primera salida de su propuesta para este otoño en la que la modelo mostraba una perfecta chaqueta Bar de punto. El que se erigió como símbolo eterno del New Look es en realidad una verdadera obra arquitectónica que resiste, imbatible, al paso del tiempo y de las tendencias.
Fotos: Cortesía Gtres images y Vogue.com[/vc_column_text][gem_divider margin_top=»50″][/vc_column][/vc_row]